INGLES,ITALIANO,FRANCES Y ALEMAN

miércoles, 5 de septiembre de 2012

DIEZ POEMAS DEL MAR

  1-
     
    Te me acercas
      contándome al oído milagros
      de miles de leyendas
      que quedaron entre tus aguas.
 
      Me salpicas
      con espumas inundadas de misterios
      de otros tiempos y distancias,
      con lamentos de promesas
      que perdieron sus palabras
      en tus bajamares intensos...
 
      Y yo me acerco y te salpico
      sabiéndome tan pequeño,
      tan desconsoladamente chico,
      tan solo entre mis gentes cotidianas,
      que me apabullan tus mareas,
      tus olas y tus resacas.
 
      A veces me respondes...
      Pero de continuo callas y resbalas
      en las arenas de mi playa
      que esperan impacientes tus respuestas.
 
 
 
    2-

      Me acaricias
      con tu cuerpo revoltoso
      cubriéndome de algas
      o de pececillos despistados
      que resbalan entre mis dedos
      como tu espuma blanca,
      como el canto melifluo y sincopado
      de tus risas y de tus quejas.
 
      Me sumerjo en ti
      y me mandas tu mensaje
      de caracolas lejanas,
      o me golpeas duramente con tus olas
      zarandeando mis silencios
      que quieren esconderse
      del otro lado del inicio del levante.
 
      A veces me arrastras,
      me llamas desde tus corrientes
      escondidas y falaces
      susurrándome con tus resacas
      promesas de sirenas y jardines
      mar adentro...
      Y a veces estoy a punto de creerte.
 
 
 
    3-

     Cuando el sol
      acaricia el horizonte de tu cuerpo
      y la brisa se esconde
      a dormir en la penumbra de las dunas,
      poco antes de que lo oscuro
      te acune y te proteja,
      en el mágico intervalo de minutos
      en que el día se viste
      con el negro hondo de la noche,
      entonces, mi mar, entonces,
      me sobran las palabras
      y me hago de espuma y de salitre...
 
      Entonces,
      tus murmullos monocordes y constantes
      son todo lo que quiero y lo que mamo:
      y sé que soy,
      y sé que siento,
      y sé que vivo
      en un maridaje secreto y relajado
      con historias de marinos y de peces
      que juntan magia en tus orillas.
 
      Entonces,
      desde esta orilla que me dieron
      con fortuna y sin angustias,
      dejo llorar los sentimientos
      que me hermanan con el mundo
      impotente y revanchista,
      plácido y rencoroso,
      ofendido,
      soñador,
      esperanzado...
 
 
 
    4-

     Ahora la playa
      huele a tiburones destrozados.
      Ahora la playa
      me está trayendo sabor a muerte.
      Ahora la playa
      se ha manchado de carne y rojo...
 
      Atardece entre cuerpos de diseño
      que recogen carnes bien tostadas
      a la crema de leche de placentas
      de coco tropical o de aguacate,
      carnes bien nutridas de occidente,
      niños bien cuidados sin esfuerzos,
      cuerpos sobrados de alimentos
      de dinero y de futuros...
 
      Pero a mí, en esta hora del crepúsculo,
      la playa me huele a dolor,
      a sufrimientos y a pateras:
      a sudor de cuerpos maltratados,
      de hambres pendientes y de esperanzas
      compradas y vendidas.
 
      Ahora la playa
      es un cementerio de sueños e ilusiones.
      Ahora la playa
      es un refugio de hambres y de olvidos.
      Ahora la playa
      ya no es un lugar para el turismo...
 
 
 
    5-

     Pero cuando amanece
      en la playa larga y solitaria,
      cuando el sol comienza a acariciar
      las dunas y las olas,
      cuando las gaviotas y los peces
      saludan jubilosos el despertar de la mañana,
      entonces el mar, mi mar,
      me habla de emociones contenidas
      mientras mis pasos presurosos
      interrumpen el cristal claro de las aguas
      en las orillas de la playa.
 
      Entonces me hago de sueños
      y dejo acunar los sentimientos dormidos
      en cada paso, en cada huella
      de aguas y de arenas. Entonces
      mi canto es un canto de peces y gaviotas,
      de barcos que faenan a lo lejos,
      de bancos de sardinas o jureles
      que buscan su amor desesperado.
 
      Y mis pasos, que el agua borra
      pero que guarda la arena dorada,
      son versos de esperanza
      que voy lanzando a los vientos,
      al agua, a las olas, a las gaviotas...
      a todo lo que añoro y lo que amo.
 
 
     6-

     Llegó el levante
      con su voz cargada de revanchas...
 
      El azul se vistió
      de verde terroso y violento
      y las olas se elevaron desquiciadas
      adornando de blanco las espumas.
 
      Las arenas de la playa
      hicieron su revolución pendiente
      azotando a los cuerpos encremados
      de los pacientes visitantes del estío
      rebozando y flagelando los desnudos
      de paz entrevelada y de silencios
      con alfileres hirientes.
 
      Ahora el mar, ahora la playa,
      toman su revancha natural,
      su pendiente desquite de mareas,
      de pleamares dorados,
      con la fuerza impetuosa de sus voces
      que hermanan la tierra y el mar
      con el viento desgarrado.
 
      Alfileres que duelen
      como puede doler la marejada
      en los “arrastreros” de la costa
      que cabecean entre gaviotas
      zarandeados por las olas
      que buscan su revancha y recompensa
      de los peces del océano.
 
      El levante es el rey
      transitorio pero irreverente...
 
 
    7-

     De salitre
      son los sueños de la costa,
      de la sal y de ese olor
      empalagoso y tierno
      que te acompaña perenne
      en las mañanas del puerto
      y en los atardeceres de poniente.
 
      De salitre
      son las penas de las hembras
      que observan en la noche la arribada
      de los barcos a sus casas
      contando a lo bajo las ausencias
      de los hijos que se fueron.
 
      De salitre
      son los amores perdidos
      tierra adentro
      cuando el olor de las olas
      se va diluyendo
      y se entremezcla con las jaras
      y el asfalto pegajoso.
 
      De salitre
      nuestras vidas calladas
      que se pegan como el salitre
      en los trasfondos del alma.
 
 
    8-

     Ondulas y escarceas
      tu cuerpo inmenso y soberano,
      tu cuerpo trasparente
      y sin embargo impenetrable...
 
      Me meces y me agredes
      con todo el enigma de tus aguas
      distintas y distantes
      y sin embargo tan cercanas
      que me llaman por mi nombre:
      “Baja, sumérgete en el cristal
      de mi cuerpo cambiante,
      ven a ver mis delfines
      y mis tiernos hipocampos,
      baila con mis pulpos y mis estrellas,
      abraza el profundo silencio
      de mis simas y mis rocas”.
 
      Y desde este alta mar
      que besa tu cuerpo hoy calmo
      yo dudo de continuo
      entre la tierra que me atrapa,
      el aire que me lleva,
      y el agua que me llama.
 
      Te digo: “espérame,
      dile a tus peces y a tus algas,
      a tus misterios insondables,
      a tus enigmas manifiestos,
      que estoy preparando mi camino
      para el último buceo”.
 
      Y una brisa suave y vaporosa
      acaricia tenue mis mejillas...
 
 
    9-

      Llegaste a hurtadillas
      silbando por detrás de los pinares
      acompañado de nubes de gaviotas
      y de patos emigrantes.
 
      Acariciaste las olas y las dunas
      con tu olor fresco de poniente
      y despertaste a los cangrejos
      que comenzaban la mañana laboriosa.
 
      El mar se rizó a contrapelo
      y se hizo fresco y trasparente
      como una piscina de fondos arenosos
      que deja al descubierto
      tus secretos y tus íntimos volcanes
      en donde respiran tus navajas.
 
      Bandadas de pececillos
      zigzaguean al unísono
      entre tus entrañas trasparentes
      y el sol comienza a mandar sus rayos
      a través de tus rizados espejos
      que amortiguan sus calores.
 
      Es el viento de poniente:
      una voz suave y de puntillas
      que recuerda secretos y promesas
      de caracolas perdidas
      en algún lugar de la alborada.
 
 
    10-

     Escúchame mar:
      ahora me voy. Me voy
      pero no te dejo
      porque es imposible dejar el corazón
      y llevarse tan solo el cuerpo...
  
      Me voy hacia tierra adentro
      pero llevo pegado a los costados
      todo tu mundo abierto de promesas
      que has dejado colgadas
      de mi alma mensajera.
 
      Y llevo tus olas y la furia
      de tus vientos contrapuestos,
      y la sangre de tus gentes laborantes
      y de las gentes que se pierden
      en tu frontera maldita.
 
      Y llevo tu magia y tus misterios,
      tus colores y el ronroneo incesante
      de la música de tu cuerpo
      cuando choca con el aire
      o cuando besa las arenas soñadoras
      de las playas recelosas.
      Y llevo, sobre todo y más que nada,
      llevo todas tus promesas
      y todos tus silencios...
 
      Te llevo, mi mar,
      hacia donde la tierra
      huele y sabe a materia prometida,
      donde el viento choca con las rocas
      y el agua no tiene salitre
      ni peces, ni algas, ni cangrejos...
 
      Pero te llevo hasta la próxima.
 

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