INGLES,ITALIANO,FRANCES Y ALEMAN

martes, 9 de octubre de 2012

MARCELINA LA GALLINA ROJA-CUENTON INFANTIL

Había una vez una gallina roja llamada Marcelina, que vivía en una granja rodeada de muchos animales. Era una granja muy grande, en medio del campo.
En el establo vivían las vacas y los caballos; los cerdos tenían su propia cochiquera. Había hasta un estanque con patos y un corral con muchas gallinas. Había en la granja también una familia de granjeros que cuidaba de todos los animales. Un día la gallinita roja, escarbando en la tierra de la granja, encontró un grano de trigo.
La gallina roja

El valor del esfuerzo

Pensó que si lo sembraba crecería y después podría hacer pan para ella y todos sus amigos.
-¿Quién me ayudará a sembrar el trigo?, les preguntó.
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Muy bien, pues lo sembraré yo, dijo la gallinita.
Y así, Marcelina sembró sola su grano de trigo con mucho cuidado. Abrió un agujerito en la tierra y lo tapó. Pasó algún tiempo y al cabo el trigo creció y maduró, convirtiéndose en una bonita planta.
-¿Quién me ayudará a segar el trigo?, preguntó la gallinita roja.
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Muy bien, si no me queréis ayudar, lo segaré yo, exclamó Marcelina.
Y la gallina, con mucho esfuerzo, segó ella sola el trigo. Tuvo que cortar con su piquito uno a uno todos los tallos. Cuando acabó, habló muy cansada a sus compañeros:
-¿Quién me ayudará a trillar el trigo?
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Muy bien, lo trillaré yo.
Estaba muy enfadada con los otros animales, así que se puso ella sola a trillarlo. Lo trituró con paciencia hasta que consiguió separar el grano de la paja. Cuando acabó, volvió a preguntar:
-¿Quién me ayudará a llevar el trigo al molino para convertirlo en harina?
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Muy bien, lo llevaré y lo amasaré yo, contestó Marcelina.
Y con la harina hizo una hermosa y jugosa barra de pan. Cuando la tuvo terminada, muy tranquilamente preguntó:
- Y ahora, ¿quién comerá la barra de pan? volvió a preguntar la gallinita roja.
-¡Yo, yo! dijo el pato.
-¡Yo, yo! dijo el gato.
-¡Yo, yo! dijo el perro.
-¡Pues NO os la comeréis ninguno de vosotros! contestó Marcelina. Me la comeré yo, con todos mis hijos.
Y así lo hizo. Llamó a sus pollitos y la compartió con ellos.

Receta de Bizcochuelo de Chocolate y Nueces

Ingredientes:


Manteca, 150 gr
Azúcar, 200 gr
Huevos, 3
Vainilla, 2 cucharitas
Leche, 100 cc
Harina, 400 gr
Polvo de hornear, 4 cditas
Sal, 1 cdita
Nueces, 30
Cacao, 4 cdas colmadas


Preparación:

Una vez que cuentes con estos ingredientes podremos comenzar con la preparación de Bizcochuelo de Chocolate y Nueces siguiendo las siguientes instrucciones:
Pisar la manteca con el azúcar hasta formar una crema. Agregar la esencia, los huevos de a uno e ir mezclando suavemente. Incorporar el cacao, las nueces, la leche, la harina tamizada con el polvo de hornear y la sal.
Verter la preparación en un molde enmantecado y poner al horno hasta finalizar la cocción.

Datos ExtrasCantidad:8; Categoría: Tortas; Dificultad: Baja; Frio/Caliente: Frío; Vegetariana;

Bizcochuelo Base para Tortas de Fiestas

Ingredientes:


6 huevos
200 gr de azúcar
200 gr de Harina Leudante
Esencia vainilla
PreparaciónUna vez que cuentes con estos ingredientes podremos comenzar con la preparación de Bizcochuelo Base para Tortas de Fiestas siguiendo las siguientes instrucciones:
Con batidora eléctrica batir los huevos con el azúcar hasta alcanzar el Punto letra (al levantar el batidor la mezcla queda formando dibujos).
Una vez alcanzado el punto, con movimientos envolventes, agregar la harina tamizada.
Colocar en un molde de 22cm. enmantecado y forrado con papel manteca. Llevar al horno y encenderlo. Los primeros 10 minutos fuerte, para bajarlo a med/min por 20 o 30 min. más, depende del horno.
Clavar palito de brochette, si éste sale sin adherencias retirarlo del horno y desmoldarlo sobre rejilla.

Datos Extras
Tiempo: 45 minutos; Cantidad:20 porciones; Categoría: Tortas; Dificultad: Moderada; Frio/Caliente: Frío; Vegetariana;

LA CAJA MÁGICA-CUENTO INFANTIL

En un bosque aterrador en la ciudad de Londres, el guardián del bosque encontró una gran caja. De ella se desprendían luces, sonidos y una gran variedad de colores. Era mágica al mirarla. Rápidamente el guardia se fue a su casa y encontró riquezas infinitas. Pensó en fundar una escuela y un hogar para tantos niños que no tenían donde vivir. Así logro que muchos niños pudieran aprender buenas lecciones y tener una vida feliz

EL RATONCITO QUE SE LLAMA CUS-CUS -CUENTO INFANTIL

Los grandes -los papás y las mamás- muchas veces les hacemos cosquillas a nuestros hijos porque les encanta reírse, y con las cosquillas se ríen mucho más. Las preferidas son las del cuello y las de la panza, pero hay nenes cosquillosos por todos lados.
A mi hijo, Coco, le pasaba algo muy raro.
Cuando él nos cuenta cosas, pocas veces le creemos, porque pensamos que buena parte de sus comentarios son inventados, aunque él jure que todo es cierto. Fue por eso que al venirnos con la historia del ratoncito Cus Cus, no hicimos más que reírnos y seguirle la corriente.
Un día, haraganeando en su cuna para no levantarse, se reía y contorneaba. Pensé que era parte de su modorra mañanera, pero fue ahí que me dijo que lo visitaba un ratoncito. Él todavía no conoce al Raton Pérez, porque es chiquito. Este ratoncito se llamaba "Cus Cus", y no robaba nada: hacía cosquillas.
-Está por acá, buscálo- dijo agarrándose el cuello del pijama. Seguí con el dedo el lugar que me señalaba y me di cuenta que algo se escabulló cuando quise tocarlo. Ahí Coco se descostilló de la risa nuevamente. Al ratito paró y me miró.
-Se fue- insistió risueño.
Lo convencí que se levantara y se fuera a cambiar, pero me quedé pensando. Yo había visto que algo se escapaba por entre la ropa de Coco.
Al día siguiente, insistió con lo mismo, diciendo que estaba en la panza. Lo toqué despacito, para no hacerle cosquillas y esta vez, claramente, toqué algo peludo que se escabulló en cuanto sintió mi dedo, y comenzó a correr escondido en el pijama de Coco, que obviamente se reía a las mil carcajadas y saltaba para todos lados. Al ratito, Coco se aquietó.
-Se fue, buscalo- me volvió a decir tocándose las mangas de la remera.
-¿Qué es eso, Coco? -le pregunté casi asustada, mientras él se seguía riendo.
-El ratoncito Cus Cus- comentó todo contento. -Está en la ropa, ¿Viste vos?- decía mientras me enseñaba la panza. -Es muy chiquitito, corre rapidísimo.
-Ahí no hay nada, Coco- le aseguré.
Se miró la panza confundido y continuó.
-Ahora no está, se fue a dormir, acá- concluyó tocándose el ombligo. Me señaló y aseguró: -Vos tenés Cus Cus, papá también. Mirá -y no sé si él me hacía cosquillas o de verdad, un ratoncito muy muy chiquito, me recorría la ropa escapándose de las manos de Coco.
Con el paso de los días me di cuenta que Coco sabía mucho del ratoncito; visita a los nenes muy chiquitos y no quiere hacer cosquillas, sólo le gusta dormir abrigadito, pero si lo molestan, se asusta y corre, y ahí es cuando hace muchísimas cosquillas.
-Todos los nenes tienen Cus Cus - resopló, remarcando la obviedad. -Pero muchos papás no les creen- entendí que por eso se sabe muy poco de la historia del ratoncito Cus Cus. -Ojalá que todos los papás les crean a los nenes- murmuró medio dormido junto a su Cus Cus, que ya dormía hacía largo rato.

EL BARQUITO EN LA PLAZA-CUENTO INFANTIL

Vino el barquito, ¡el barquito! -exclamó el Coco en la plaza de Mar del Plata.
Me gustan los barquitos y por eso me llevaron a una plaza, donde me dijeron, que había uno muuuuy grande, y cuanto más grande son, más me gustan. La luna estaba en el cielo. Todas las noches espero a que salga, la busco de día incluso, a veces se ve. No sabía que había plaza de noche, que además se llena de gente.
Esa noche de la cual les cuento... había un montón de gente, toda mirando el barco grande. Me habían dicho que iba a haber "fuegos artificiales". Al principio yo no podía ni pronunciar esas palabras, les decía, fuebos arpifisales, en realidad, ni siquiera sabía de qué se trataba.
Un día, hace mucho, vi a los barquitos en el puerto de Mar del Plata. Me encantan, por eso, me alegré tanto, cuando me dijeron que esa noche iba a ver uno muuuy grande. Al rato de llegar a la plaza, me llevé una sorpresa. La plaza tenía las luces encendidas, porque era de noche. De repente, se apagaron de golpe, y así fue como conocí los fuebos arpifisales, eran muchas, muchas, muuuuchas luces -como las estrellas- de todos los colores, que hacían, "¡pum, pum!". Al lado de las luces, estaba el barquito, que también miraban, todos los que estaban parados al lado nuestro. Era enorme, nunca había visto uno así. No podía dejar de mirarlo. Había que asomarse por encima de las cabezas de las personas, ya que eran tantas, que me tapaban el barquito. Como los otros nenes chiquitos, estaba sentado en los hombros de mi abuelo. Desde allí, se veía fantástico. Cuando las luces se apagaron, "¡pum, pum!", se escuchó de nuevo, pero esta vez adentro del barquito.
-¡Humo!, -dijo el Coco sorprendido, viendo la nube negra que subía al cielo. Yo sabía que después del humo, viene el fuebo, y así fue. El barquito más grande del mundo, pero el más grande, se empezó a prender fuebo, después ese humo negro nos comenzó a envolver y casi no nos dejó respirar. El barquito más hermoso se prendía fuebo, sí, ¡fuebo! Como había mucho viento se empezó a quemar muy rápido, dejando a la vista alambres muy altos, mientras todo el papel y el cartón con el que estaba hecho , se arremolinó en el aire y empezó a caer prendido fuebo, sobre todos los que estábamos en la plaza. El cielo, oscurecido por el humo, parecía iluminado nuevamente por los fuebos arpifisales, pero esta vez, caían sobre nosotros, ¡y quemaban! La gente también sentía los pedazos de cartón del barquito prendidos fuebo, y se alejaba, como nosotros, de la plaza, ya que el cartón quemaba en serio. Todo el mundo se quejaba por la ropa que se les llenó de agujeros. A mi abuela se le prendió fuebo el pelo, a mí la campera. Pero eso no es lo importante. Yo, en los brazos de mamá, que me llevaba tratando de que no me quemara, no entendía nada.
Ya les dije: ni siquiera sabía lo que eran los fuebos arpifisales. Nunca había visto un barquito tan grande y no pude imaginarme que los que están en el mar, pudieran estar en una plaza, y encima prenderse fuebo; ¡imposible, si siempre están mojados!
Esa noche, mis abuelos me preguntaron sobre las luces y el barquito, pero yo no dije nada. Necesitaba pensar. Al día siguiente, ningún comentario. Al otro día, nada. Cuando yo quise, empecé a contar lo que ahora mi mamá está escribiendo. Nadie lo podía creer, pensaron que me había olvidado. ¡Cómo me iba a olvidar! Tenía que salir de toda mi sorpresa, que era mucha. Durante mis días de silencio, los escuché decir que, en realidad, todo me había asustado; que el humo, que fueron los fuebos arpifisales, que fue el barquito tan grande... claro, que me había impresionado verlo prenderse fuebo. Yo los escuchaba, pero no les decía nada. Se equivocaban: a mí no me asustó nada.
Ya pasaron un montón de días de lo de la plaza, me acuerdo de cada una de las cosas que vi, y las nombro todos los días un ratito, ya que no me imaginé que todo eso pudiera pasar. También, ese día conocí mejor a los grandes. Ellos me llevaron a la plaza, a ver el barquito porque pensaron que me pondría contento, recién pensaron distinto, cuando vieron que otros nenes lloraban.
Pero a mí, todo lo que vi, me dejó silencioso durante días: fue asombroso. Y ahora, imagino que a los barquitos, a las plazas de noche y a las estrellas, pueden pasarles cosas, que yo no sabía que pasaban. Ahora sé, que las plazas están abiertas de noche, y las estrellas hacen "pum, pum", y los barquitos no siempre navegan solamente por el mar, incluso los veo en el campo, con las vacas. ¿Vos, nunca los viste? ¿Susto? ¿Susto, yo?
Los grandes a veces piensan cosas que no son ciertas.

Basada en una historia real, sucedida el día de la "Cremà de la Falla Valenciana".

LOS DUENDES DEL BOSQUE-CUENTO INFANTIL

Hace muchos años vivían en el bosque, unos duendes que trabajaban haciendo botellas brillantes y que además eran mágicas, a las que les colocaban un líquido espeso, que intensificaba su brillo de noche.
Una tarde de verano, cuando regresaban a su casa, se encontraron cerca de unos pinos altísimos, a una pobre niña que lloraba, porque no encontraba el camino a su casa. Sus pequeñas zapatillas ya estaban rotas de tanto caminar y los duendes, al verla tan triste, decidieron ayudarla a encontrar su hogar.
Luego de mucho caminar llegaron a una cabaña muy bonita, la niña les agradeció que la hayan ayudado y les explicó que esa era su casita.
Los duendes le regalaron una de sus botellas brillantes, para que la tuviera de recuerdo y la ayudara, cuando ella lo necesitara.

EL SAPO-JARDINERO-CUENTO INFANTIL

Jacinto y María eran esposos y ya estaban muy viejitos. Un día los dos vieron que su jardín estaba cubierto de yuyos, los árboles frutales no tenían formas y de ellos colgaban ramas secas. Donde antes había canteros con flores, ahora quedaban matorrales de pasto. Ambos recordaban que su jardín había tenido tantos colores como el arco iris. Muchos perfumes se mezclaban ; rosas, jazmines, violetas, claveles, fresias y otras tantas flores más.
Se sumaban a sus recuerdos, los cantos alegres de las aves, que muy a gusto armaban allí sus nidos y volaban de un lado a otro. Por la noche había musica ejecutada por grillos y sapos. Los abuelos decían que su jardín tenía vida propia, ellos disfrutaban mucho sentarse y por momentos cerrar los ojos para dejar que sus oídos y su olfato gozaran del canto y de las fragancias, para luego abrirlos y ver una gran variedad de colores.
Pero ahora les costaba mantenerlo, los dos tenían problemas para caminar, fuertes dolores de cintura y Jacinto tenía una rodilla dura, no se podía agachar. Solo le quedaban los recuerdos de su hermoso jardín, ni siquiera una foto, pues no tenían una cámara fotográfica. Una noche mientras dormían, un viejo y sabio sapo que siempre vivió en ese jardín y escuchaba los lamentos de Jacinto y María, decidió reunir a otros sapos, grillos, y luciérnagas. Les contó como era ese parque, cuando él era solo un pequeño sapito y les propuso hacer algo para lograr que vuelva a ser un maravilloso lugar. Por eso los invitó a ayudarle para hacer felices a esos dos viejitos, que por muchos años les habían brindado su jardín, para que sea su hogar.
Pronto se corrió la voz y también se fueron enterando las aves; algunas que habían conocido el jardín se pusieron contentas de poder hacer algo por ese lugar, donde alguna vez se habían enamorado y criado pichones.
Varias noches después una gran cantidad de luciérnagas, grillos, sapos, saltamontes, lombrices, hormigas, aves y muchos mas habitantes de un jardín se encontraron y con una sola indicación del viejo sapo se pusieron de acuerdo para comenzar las tareas.
Cada uno aportó lo que sabía hacer. Las hormigas cortaron el pasto. Los saltamontes guiados por el viejo sapo se encargaron de la poda de los árboles; de las ramas gruesas se encargó un pájaro carpintero. Las lombrices removieron la tierra de los canteros. Los sapos jóvenes limpiaron una fuente. Las aves levantaron los yuyos y ramitas caídas y las llevaron a un campo cercano. Las luciérnagas por supuesto se encargaron de iluminar el jardín para poder realizar las tareas. Así, cada uno aportó su habilidad, su talento y su amor.
Cuando comenzó a salir el sol se fueron retirando a descansar un rato, pues ninguno se quiso perder la cara que pondrían Jacinto y María al ver su jardín al día siguiente. Los dos viejitos se levantaron, como todas las mañanas tomaron la leche con tostadas y cuando salieron creyeron estar soñando, se pellizcaron, no lo podían creer. Su jardín, estaba igual que en sus recuerdos, se preguntaban como se había generado ese cambio. Muy contentos caminaron por los senderos, tocaron las flores que ahí estaban, solo que la maleza las había cubierto.
Asombrados y felices, se dirigieron a sus viejos sillones. De a poco las aves comenzaron a llegar, algo habían dormido, pero valía la pena ver lo felices que estaban. Jacinto y María se sentaron, cerraron sus ojos y por un momento volvieron a ser jóvenes. Al abrirlos, lágrimas de alegría brotaron como el agua de la fuente. Ellos sabían que su jardín tenia vida propia, habían sembrado semillas de amor y lograron ver sus frutos.

AVENTURA EN LA PLAYA-CUENTO INFANTIL

Mamá PALITA y papá RASTRILLO viajaban ilusionados en el baúl del auto de los García. ¡Por fín habían llegado las vacaciones! En un gran balde azul compartían el lugar con sus hijos, PATITO, LOCOMOTORA Y ESTRELLA, los moldecitos !! Todos estaban ansiosos por llegar a la playa.
Al día siguiente, Abril no tardó en ir a buscarlos y todos partieron felices a la playa.
-No se alejen demasiado del balde- , aconsejaba preocupada mamá PALA.
-No pasa nada -, reía PATITO, que era un poco cabeza dura.
Abril llevó cerca del agua a toda la familia en su casita-balde. Allí, con la arena húmeda, podría armar hermosas formas con sus moldecitos nuevos. Así pasó un buen rato, fabricando un estanque para poner a PATITO, una estación para LOCOMOTORA y un castillo para iluminarlo con ESTRELLA. Al ratito, su hermano Maxi la llamó para meterse en el mar. Entusiasmada dejó sus moldes y corrió a meterse en el agua.
Justo en ese momento una gran ola alcanzó sus construcciones. LOCOMOTORA Y ESTRELLA lograron nadar hasta el balde-casa, donde mamá PALITA los guardó rápido. Pero PATITO quiso nadar un poco. Y cuando la ola volvió al mar, se llevó al pobre moldecito, que ahora gritaba desesperado.
-¡Agarrate fuerte! - , le gritó papá RASTRILLO, mientras aprovechaba una brisa marina para rodar cerca de su hijito.
-¡Papá ! -, gritó PATITO. Por suerte la ola lo dejó ahí cerquita. Fue justo cuando Abril miró para atrás y se dio cuenta de lo que estaba pasando. Se acercó corriendo y agarró a papá RASTRILLO, que se había clavado delante del moldecito, para frenar su carrera loca y por supuesto también levantó a PATITO, que todavía temblaba.

UN DESEO-CUENTO INFANTIL

En el lugar mas lejano de Gertilis vivia una brujita llamada Laiz. Ella tenía ocho años. En ese lugar ella estudiaba " brujería" con su tía Atore. Un día su papá, que era mago le informó a ella y a su mamita, que el gran prestigitador Kolius, lo había invitado a participar de una escuela de magia en otra ciudad. Al llegar a Notredán una ciudad muy tranquila, se mudaron a un hermoso castillo. Laiz eligió el cuarto de la torre que miraba hacía el bosque. Puso su cama apoyada en el cieloraso con vista al jardín; a ella le gustaba dormir alto y sacudiéndo su varita llenó de estrellas el cuarto,hizo aparecer una gran luna verde y la transformó en perchero. Luego se sacó su capa y su sombrero y lo colgó de una punta. Los dias pasaron y ella que ya estaba por cumplir nueve años debió empezar la escuela. Los chicos la trataban bién..., pero muchas veces los pescaba mirándola con asombro cuando veían que vestía tan diferente.
Eso la puso triste y una tarde se lo comentó a su mamá mientras paseaban por el Parque Raices Frescas. Su madre reflexionó un ratito para poder ayudarla y luego le propuso.
-Piensa mucho en tu deseo de tener amigos y no te preocupes tanto por ser distinta. Deja que te conozcan tal cual eres, se gentil... verás que si lo deseas mucho, mucho, se cumplirá el milagro.
-¿Seguro?
-¡Seguro! - . contestó su mami....pruébalo... agregó sonriente.
¿Porqué le habrá aconsejado eso su mamá? ¿Qué harías vos? Busca en tu interior y encuentra la respuesta.

VAMOS AL BAILE-CUENTO INFANTIL

Vamos al baile, invitó el fraile.
No tengo ganas, comentó la rana.
Invitemos al león, propuso el ratón.
Pero es muy lejos, protestó el conejo.
¿Por qué camino?, preguntó el zorrino.
Por el del cerro, dijo el perro.
Hay que cruzar la montaña, explicó la araña.
¿Y si me pierdo?, temió el cerdo.
Vamos por la loma, aclaró la paloma.
Habrá muchas muchachas, contó la vizcacha.
Pero son todas viejas, acotó la comadreja.
Yo tengo sarampión, se disculpó el gorrión.
Me duele la verruga, agregó la tortuga.
Y a mi el cogote, dijo el coyote.
A mi un diente, se le ocurrió a la serpiente.
Me duele un callo, rebuznó el caballo.
Llevaré un guante, dijo el elefante.
Yo iré si sale el sol, informó el caracol.
Yo voy a la cocina, cloqueó la gallina.
Mejor me callo, cacareó el gallo.
Yo voy un rato, dijo el gato.
A que me enojo, dijo el piojo.
Se está poniendo oscuro, advirtió el canguro.
Habrá candil, dijo el alguacil.
Seguro habrá luz, explicó el avestruz.
Yo voy con mi vieja, dijo la oveja.
Yo estoy feliz, comentó la perdiz.
Habrá chorizo como plato, dijo el pato.
Yo llevo cepillo, dijo el grillo.
Y yo bombacha, contestó la cucaracha.
Yo llevo moño, dijo la vaquita de San Antonio.
Yo seré un mastodonte, dijo el rinoceronte.
Voy a quedar cansado, temió el pescado.
Yo estoy libre, gruñó el tigre.
¿Habrá alguna silla?, preguntó la ardilla.
Y si me aburro, dudó el burro.
Yo soy buen mozo, fanfarroneó el oso.
Y yo algo bello, acotó el camello.
Yo soy un galán, terció el Tucán.
Vamos en avión, propuso el tiburón.
Yo voy colgado del ala, gritó el koala.
Yo me vestiré al tono, contó el mono.
Estará el carnicero, comentó el tero.
¿Estará Manolo?, preguntó el chingolo.
Llevaré una matraca, dijo la vaca.
Yo les pido perdón, no iré, dijo el halcón.
Nos comeremos las migas, dijeron las hormigas.
De postre habrá bananas, agregó la iguana.
Yo voy con mis bebés, dijo el ciempiés.
Habrá salamín, comentó el delfín.
Yo llevo fideos, pio el benteveo.
Yo traeré una rosa, comentó la mariposa.
Y yo haré macanas, rió la rana.
Yo aporto las copas, dijo la foca.
Yo me llevo la cama, manifestó la llama.
Yo transportaré el vino, habló el pingüino.
¡Me hago caca!, mugió la vaca.
¡Pero que cochina!, respondió la sardina.

¡Se apuran todos, que se hace tarde y se enoja el fraile!
Ordenó gruñendo socarrón el oso marrón

LA MARIPOSA BLANCA-CUENTO INFANTIL

La mariposa, blanca como la leche blanca, dibujaba tirabuzones en el aire mientras volaba sobre el bosque pero no podía encontrar los árboles. Los hombres los habían talado. Buscaba un lugar seguro donde poner sus huevos. Ella, tan blanca, no podía ocultarse fácilmente. Las mariposas de colores, en cambio, se posaban sobre las flores rojas, anaranjadas o amarillas y parecían pétalos. Así lograban engañar a los pájaros y a otros animales. Se detuvo en el pasto pero era tan visible
que enseguida se acercaron un lagarto, dos sapos y una bandada de aves, con la intención de convertirla en su alimento.
Entonces migró hacia una plantación vecina, en la que tampoco pudo quedarse porque la habían fumigado para alejar insectos, lo cual era peligroso para ella.
Una gran nube de humo la desorientó aún más, provenía de chimeneas enormes como bocas de dragón que lanzaban al aire sus lenguas de fuego. Fue así que levantó vuelo y se dejó llevar por el viento, ensayó todo tipo de aleteos encantadores. Dibujó espirales y rulos en el aire, flotó en las alturas y voló a ras del suelo, hasta llegar a un jardín florecido que le gustó. Estaba en la ciudad y enfrente, un alboroto de voces le llamó la atención. Las ventanas de la escuela se abrieron y ella entró a un aula llena de niños y niñas de guardapolvos tan blancos como la leche blanca. Cuando la vieron empezaron a gritar:
-¡Una mariposa, una mariposa! Parecía que nunca hubieran visto una.
Muchos lanzaban manotazos al aire para tratar de capturarla. Pero no todos la querían cazar. Abril abrió su carpeta, llena de hojas blancas como la leche blanca y la mariposa se posó en ellas. Así, logró ocultarse en la blancura del papel, con lo cual se salvó de ser atrapada. Como los chicos estaban tan entusiasmados, la maestra dijo -¿quieren dibujar mariposas? -Siii- respondieron todos. Abril, cubrió la hoja con los brillos y colores que más le gustaban, una figura alada, blanca como la leche blanca, quedó estampada en el centro del papel. Ella le agregó flores y otras mariposas alrededor.
-Quedó precioso- dijo la maestra. Después de dejar su contorno marcado en el centro de la hoja, la mariposa, aleteó muy fuerte para quitarse la brillantina y salió volando por la ventana. Iba otra vez en busca del jardín florecido, donde había mucho néctar para poder alimentarse y
era un buen lugar para depositar sus huevos. A todos les gustó mucho el dibujo de Abril y lo eligieron para decorar una pared del aula.
Ahora, cuando los chicos abren la ventana del salón, ven enfrente el jardín florecido, como antes, y también un montón de mariposas, blancas como la leche blanca, que con encantadores aleteos dibujan rulos y espirales en el aire.

EL VIAJE DE LAS HORMIGAS-CUENTO INFANTIL

Las hormigas estaban muy preocupadas. Poco a poco se estaban acabando las hojitas de este lado del camino y aún no habían terminado de cargar la despensa del hormiguero. Sabían que del otro lado del río hallarían más alimento, pero no encontraban la forma de cruzarlo. Las que eran muy audaces trataron de cruzar a nado, fue demasiado para ellas. Luego se les ocurrió armar una balsa con palitos, pero una ola juguetona las hizo caer al agua. ¡Y allí estaban desanimadas y sin saber que hacer!
Por eso no se dieron cuenta que Catalina las estaba observando. Primero se asustaron mucho, pero luego vieron que ella les hacía señas y les mostraba un barquito de papel. Contentísimas se subieron y la mano delicada de la niña las puso en camino. Cruzaron el charco con aguas serenas, el grumete grito: -¡Costa a la vista!- ¡Se abrazaron felices, ya no pasarían hambre este invierno!

SERENA,LA BALLENA

Me voy a presentar. Mi nombre es Serena y soy una ballena que quiere contar una historia con final feliz. Recuerdo el día en que nadaba asustada por las agitadas aguas del océano buscando a mi mamá, que no debía estar muy lejos. Las olas eran tan altas que no me dejaban ver. La busqué con ahínco, pero no pude encontrarla y entonces me dirigí con mis últimas fuerzas a la costa más cercana. Necesitaba pensar que hacer. El cansancio me venció y cuando desperté, unas horas más tarde, escuché voces y vi muchos ojos que me observaban con curiosidad. Sentí pánico pero, después de unos minutos, una mano comenzó a palmearme y a mojar mi cuerpo constantemente. Eso me gustó. Miré a un costado, había un hombre que me hablaba bajito para tratar de tranquilizarme. ¡No era fácil perder el miedo, me dolía tanto la aleta izquierda! A continuación se acercó una cara muy seria que me examinó cuidadosamente. Como me trataba con mucha suavidad, sentí que esa persona no me lastimaría y esperé quietita, además estaba demasiado dolorida como para intentar escapar.
En realidad lo único que yo quería era estar con mi mamá. Ella seguramente me estaría buscando muy preocupada, temiendo que algún barco pesquero me hubiese agarrado. En ese momento escuché algo así como: -¡Córranse, ahí vienen los bomberos!
Aparecieron unos señores vestidos todos iguales, con unos trajes de colores brillantes y unas gorras con viseras. Inmediatamente empezaron a ponerme unas sogas alrededor del cuerpo. Eso no me gustó nada y comencé a sacudirme enojada. Otra vez se acercó el hombre de la mirada seria. De repente, ¡un pinchazo! El dolor desapareció, empecé a sentirme más tranquila, como si volara. Nuevamente intentaron poner las sogas alrededor mio, esta vez lo permití. Luego apareció un vehículo muy grande, al que le decían grúa, desde allí bajó un gancho para sujetar con fuerza un arnés que me habían fabricado. Horrorizada comprobé que me levantaban del suelo y después de unos momentos, que me parecieron eternos, me depositaron en un camión, alejándome de lo único que conocía: el mar y la arena. Recuerdo que la mano cariñosa todavía me humedecía. La voz, que me hablaba bajito, no me abandonó ni un momento. Mi recorrido terminó cuando me pusieron en una gran pileta transparente.
Horas más tarde comencé a sentir hambre y nadé hasta el borde, pues había descubierto que allí había un balde del cual provenía un sabroso olor a comida. Ignacio, ese era el dueño de la voz amiga, me ofreció la misma comida que me había enseñado a buscar mi mami. Agradecida comí de su mano, mientras le permití que me acariciara. Cuando terminé de comer levanté la vista; mucha gente me miraba expectante desde lejos. Comprendí que todos se alegraban de verme mejor. Me curé rápido y no sentí más dolor. Comencé a hacer las mismas piruetas que hacía en el mar cuando estaba contenta. Los chicos aplaudían y gritaban entusiasmados. Al poco tiempo esperaba impaciente el horario de visita, sobre todo por la doble ración de comida. Nacho, así le decían con cariño, siempre tenía separado para mi algún bocadito, como premio por las pruebas que me había enseñado. Se metía conmigo en el agua y jugábamos con una bonita pelota de colores, que yo buscaba rápidamente cuando me lo ordenaba. Con el tiempo también permití que los niños me tocaran. ¡Se ponían tan contentos! Así pasaron muchos días.
En algún momento, empecé a sentir que el piletón me quedaba chico. Me golpeaba a cada rato cuando quería nadar a mis anchas. Cada vez más seguido estaba de mal humor. Las visitas de chicos y grandes ya me aburrían. No tenía ganas de hacer piruetas. Trataba de nadar bajo el agua, para mantenerme lejos de la gente. Sintetizando, mi gran amigo y adiestrador percibió el cambio. Entonces pidió una reunión con el director del oceanario y le propuso una idea revolucionaria que cambiaría mi vida: construir un canal lo suficientemente ancho para que yo pudiera llegar sin dificultad hasta el mar y alternar así con el estanque. Debo decir que se produjo un gran revuelo, incluso la prensa se ocupó del tema.
Paralelamente aparecieron unos señores llamados ecologistas, que no sé porqué, estaban muy enojados. Ellos trajeron unos carteles muy grandes pidiendo a gritos mi libertad. Tras largas reuniones y discusiones, finalmente el director permitió la construcción del canal y pude salir de mi casa de cristal. Cada vez que llegaba al mar me ponía muy contenta y nadaba y nadaba hasta quedar cansadísima. Ignacio comenzó a meterse al agua conmigo. Me enseñó a buscar mi comida colocada en unos recipientes anclados en el fondo. Desde la costa unos señores llamados científicos nos observaban y anotaban cosas en unas hojas de papel.
Un día sucedió algo decisivo para mí. Pasaron otras ballenas. Cuando observé que se alejaban quise ir tras ellas. ¡Pero que sorpresa, una red gigante atada a unos postes enormes me frenó!. Mi pobre nariz dio contra la contención y, furiosa, la embestí varias veces. Mi cuidador estaba allí y vio mi desesperación. El ya había previsto esta situación. Apartó las redes, izándolas desde la costa. Así volví a mi vida normal. Me uní al resto de las ballenas, que me recibieron con curiosidad y un poquito de desconfianza. Logré que me aceptaran cuando las llevé hasta los recipientes de comida en donde nos alimentamos hasta el hartazgo. Luego con la panza llena partimos hacia el sur. Mientras nos alejábamos divisé la figura de Ignacio sobre un gran acantilado. Creo que lloraba, mientras agitaba sus manos que tantas veces me habían acariciado.
Hoy, soy una señora ballena. Cada vez que paso a la altura del oceanario, visito el lugar con mis compañeras. Allí siempre encontramos comida y desde unas tribunas que fueron construidas en la orilla, los turistas nos miran pasar. Nosotras aprovechamos para hacer todas las piruetas que se nos ocurren y luego seguimos nuestro camino para volver al año siguiente

EL CIRCO-CUENTO INFANTIL

Por primera vez llegó un circo a nuestro pueblo cuyo nombre es: Alegría; es tan pequeño que ni siquiera figura en los mapas.
Vimos como varios hombres trabajaban para hacer una carpa sobre un terreno baldío cerca de la plaza. El techo parecía una sombrilla gigantesca con todos los colores. Desde la punta hasta el piso colocaron sogas con banderitas triangulares también muy coloridas. En el centro hicieron una pista redonda a la que le pusieron una alfombra roja y, alrededor, colocaron como asientos, tablones escalonados llamados gradas. Cuando terminaron agregaron un cartel en el frente con lucecitas que titilaban; allí estaba escrito el nombre: EL CIRCO DIFERENTE.
Tanto los grandes como los chicos teníamos mucha curiosidad, queríamos saber porque era diferente. La tarde del debut medio pueblo estaba sentado muy quieto y ansioso sobre los tablones que se movían como un barco en el mar. De pronto redoblaron tambores, se encendió un reflector que iluminó la pista y apareció un señor muy gordo todo vestido de blanco: galera, botas, traje y guantes. Tenía unos bigotes como manubrio de bicicleta y usaba un antifaz azul. Saludo haciendo una reverencia. Nosotros aplaudimos.
El hizo ademán de silencio y esperamos oír sus palabras. Con una voz aflautada que nada tenía que ver con su apariencia de melón maduro dijo:
- Buenas tardes señoras y señores, niños y niñas, bienvenidos a:
¡El circo diferente! Ustedes se preguntarán por qué le hemos puesto ese nombre. Bien, les contestaré: es diferente porque aquí no hacemos trabajar a ningún animal todos los que ustedes verán son disfraces dentro de los cuales hay personas que los imitan, hablarán con ustedes y contestarán todas sus preguntas - luego levantando la voz agregó - ¡Que suene la música! ¡Redoblen los tambores! ¡Tendrán ante ustedes el desfile más hermoso que jamás hayan visto!: Elefantes, leones, tigres, panteras -. y siguió, siguió, siguió nombrando animales.
Al comenzar la música se abrió el telón y aparecieron los animales, uno detrás del otro, haciendo piruetas alrededor de la pista. Eran hermosos con sus disfraces de colores intensos. Algunos usaban ropas o adornos, cuellos, moños, chalecos, botones, pulseras o collares, para que lucieran más lindos. Cuando la ronda regresó por donde había salido el señor gordo dijo:
- Ahora les voy a presentar en primer lugar a una familia de elefantes. El nombre del padre es Sabú, el de la mamá Fati y el de la hijita Alin.
Sabú lucía cuello blanco adornado con un moño grandote verde con lunares amarillos. Con una voz gruesa que retumbaba como el trueno nos dijo que tenía 30 años, había nacido en Africa y, nosotros, le podíamos hacer todas las preguntas que quisiéramos. Levanté mi brazo para pedir permiso, quería saber cuantos años podían vivir. Sabú subió a un tambor pintado de verde, se paró sobre las patas traseras y contestó:
- Depende de la vida que llevemos. Si estamos en libertad y felices en nuestro hábitat podemos llegar a vivir hasta 70 años.
Después apoyó las cuatro patas bien juntitas sobre el tambor y comenzó a girar y a mover la trompa para arriba y para abajo.
- ¿Cuáles son los elefantes más conocidos? - preguntó una nena que tenía un paquete de pochochos entre las manos.
Esta vez contestó la Elefanta Fati, que estaba muy bonita vestida con una falda celeste; en las patas lucía pulseras del mismo color llenas de cascabeles que sonaban cuando las movía se sentó sobre otro tambor y contestó:
- Los más conocidos son los elefantes asiáticos y los africanos; se diferencian por el tamaño de sus orejas. Los asiáticos las tienen pequeñas y las hembras no poseen colmillos, en cambio los africanos son más grandes, tienen las orejas enormes y tanto las hembras como los machos poseen colmillos.
Otra nena peinada con trenzas estaba sentada sobre la falda de su mamá preguntó:
- ¿Cuánto tiempo toman la teta los bebés?
Esa pregunta la contestó la elefantita Alin, que estaba preciosa con su falda de tul amarillo y un gran moño que adornaba su cabeza.
- Yo tomé la teta hasta los tres años y medio, pero en general los bebes la pueden tomar hasta los cinco, ahora tengo cuatro años y mis papis me cuidan mucho porque todavía soy muy pequeña.
Fati sin que le preguntáramos nos contó que los hombres han matado muchos elefantes para sacarles los colmillos que son de marfil y muy valiosos algunos pueden medir hasta tres metros y medio. Ahora existe una ley de protección, pero siempre hay algún cazador furtivo que no la obedece, mata, roba y vende animalitos que saca de su hábitat. Si la policía lo descubre lo lleva a la cárcel.
Así fueron desfilando los demás animales. Hicieron pruebas y nos contaron en donde vivían, que comían, cuales eran sus costumbres, como cuidaban a sus crías y muchas cosas más.
El presentador nos contó que los dueños del circo habían tenido la idea de no hacer trabajar a los animales reales porque consideraban que era esclavizarlos y ellos tenían todo el derecho del mundo de ser libres, porque así habían nacido.
Esa tarde aprendimos muchas cosas y entendimos que les debemos respeto.
Cuando llegué a casa abracé bien fuerte a mi perro Totó porque es mi compañero fiel, me quiere mucho y juega conmigo.
Mis padres y yo lo consideramos un miembro más de nuestra familia.

LA PALOMA

Dice mamá que soy una nena con mucha imaginación. Me gusta acostarme sobre el pasto del jardín de casa para mirar como las nubes cambian de forma: Un ángel blanco flota en el cielo, muchas ovejitas corren con el viento, un dragón lanza tules deshilachados por su boca, en vez de fuego. Mis amigos dicen que pierdo el tiempo con este entretenimiento que llamo ¿A qué se parece? Pero a mi no me importa ¡Soy tan feliz imaginando que las figuras que veo pueden ser protagonistas de historias! Ellos, en cambio, están muy ocupados con los juegos de la computadora. Sólo los domingos nos reunimos en casa para divertirnos en el jardín. Un día estábamos muy entretenidos jugando a las estatuas cuando ocurrió lo que les voy a contar:
Comencé dando la palmada ¡pam! Para que empezaran a girar y girar moviendo los brazos y piernas como monigotes; después dí la otra palmada ¡pam! Para que se detuvieran en la posición en que estaban. Comencé a caminar para elegir la "estatua" que más me gustaba y elegí a Lucía porque parecía una paloma. Estaba parada sobre una pierna, la otra la tenía levantada hacia atrás y había abierto los brazos como si fuesen alas y estuviese a punto de volar.
Al elegirla, ella tenía que dirigir el juego, pero se quedó quieta. Con los ojos asombrados miraba hacia un lugar que señalaba con el dedo. A todos nos llamó la atención, miramos para ese lado y vimos sobre el césped una paloma herida, el rojo de la sangre le manchaba las plumas. Nos acercamos despacio para no asustarla; estaba muy quieta y se dejó levantar por mi. La llevamos a la cocina; Lucía sacó un cajón del armario y lo vació, después le puso muchos repasadores de toalla para formar una cama mullida como un nido y allí la acomodamos. Miramos la herida y vimos que asomaba la punta de un perdigón que alguien le había tirado.
Llamamos a mamá. Ella, como todas las madres sabe que hacer. Primero le acarició la cabeza y el lomo, después con mucho cuidado le sacó el perdigón con una pinza de depilar, limpió la herida con agua oxigenada, luego le puso polvo cicatrizante que uso cuando me raspo las rodillas.
Los primeros días la paloma estaba muy triste, apenas comía; creo que extrañaba su nido, pero sabía que la estábamos cuidando. Mientras se iba reponiendo batía las alas hasta que un día comenzó a volar adentro de la cocina. Fue el momento que mamá esperaba para abrir la ventana y permitirle que saliera a volar en libertad.
Pasaron varios meses y nosotros continuábamos reuniéndonos los domingos para jugar en el jardín. Una tarde estábamos muy entretenidos divirtiéndonos con "los pasos". Cuando alguno de nosotros daba una orden, por ejemplo: "Paso largo" caminábamos estirando las piernas lo más que podíamos. Con la orden: "Paso alto" caminábamos levantando bien alto los pies. Con "paso corto" lo hacíamos tratando de tocar la punta del zapato con el talón del pie que había dado el paso y con "paso hormiguita" caminábamos ligero, con pasos muy cortitos en puntas de pie. Mamá llegó trayendo en una bandeja vasos con jugo. Apoyó la bandeja sobre la mesa y nos pidió silencio con el dedo índice sobre la boca. Nos miramos extrañados hasta que vimos que mamá señalaba una rama baja del abedul. Allí había tres palomas blancas, dos grandes y una pequeña. La más gorda de las tres se acercó volando hasta nosotros, caminó unos pasos sobre el césped, dio unas vueltas y luego regresó a la rama. Las tres palomas se quedaron un momento mirándonos, después se fueron volando.
Nos quedamos sorprendidos. Mamá nos dijo que la paloma que habíamos curado regresó para mostrarnos su familia.

LA PERRA PINTORA-CUENTO INFANTILES

Para mi cumpleaños número ocho mis padres me regalaron una perrita preciosa. Su cabeza es negra, tiene un flequillo muy largo que le tapa los ojos y le llega hasta el hocico brillante; los cachetes y la barba son blancos, al igual que las patas y la panza. Como tiene las patas cortas y peludas le puse de nombre Pataleta.
Pataleta es muy inquieta, juguetona y sabe hacer muchas cosas divertidas para entretenerse. Yo le tiro lejos su pelota de colores y ella corre a buscarla, luego la trae y la deja cerca de mis pies para que se la tire otra vez. Si la levanto con mi mano, ella salta bien alto para alcanzarla. También sabe cantar; cuando silbo ella aúlla con la boca fruncida y le sale un sonido de trompeta.
Como a mi me gusta mucho pintar, mamá me da permiso para que lo haga en la mesa del comedor, siempre que no ensucie. Entonces pongo un plástico sobre la mesa y unos papeles de diario para protegerla de las manchas de pintura. Cuando tengo todo listo preparo las témperas, cada color en un platito; después pongo un vaso con agua, pinceles, y algunos trapos para limpiar.
Un día que estaba a punto de hacerlo Pataleta, subió de un salto a la silla y de otro a la mesa. Yo le dije: "Pataleta bajate pronto porque vas a hacer un gran desastre." ¿Saben que hizo? Empezó a caminar por la mesa, metió las patonas peludas dentro de los platos con pinturas y después empezó a caminar por toda mi hoja de dibujo. ¡Zas! Una pataza dejó una mancha amarilla ¡Zas! Otra pataza una mancha roja y, otra celeste y, otra anaranjada y otra vez celeste, amarilla, roja, anaranjada. Cuando la cubrió con manchones me puse a llorar; estaba muy triste porque había ensuciado todo el papel. Después de que me sequé las lagrimas y se me pasó el enojo miré el desastre con atención; cada mancha parecía un crisantemo. Entonces tuve una gran idea: Pinté el centro de cada una con pintura marrón, luego le hice unos tallos con hojitas verdes y un florero de donde salía el hermoso ramo de crisantemos.
Ahora Pataleta y yo trabajamos en sociedad. Somos dos artistas que pintamos cuadros con flores y los vendemos o regalamos a los vecinos del barrio.

EL CARNAVAL DE VENECIA-CUENTOS INFANTILES

Mi mamá me regaló un libro de viajes con muchas fotografías y relatos. El que más me gustó decía que en Italia, un país del continente europeo existe una de las ciudades más bellas del mundo: Venecia. Es muy antigua. La parte que más visitan los turistas está formada por muchas islas comunicadas entre si por más de cuatrocientos puentes, ya que en vez de calles tiene canales. Para transportarse la gente utiliza unas embarcaciones llamadas góndolas. Son especiales para navegar sobre poca profundidad. Los que las conducen se llaman gondoleros.
La ciudad tiene numerosos palacios como los de los cuentos de hadas. Los frentes tienen mármoles, obras de arte realizadas con mosaicos muy pequeños, pinturas adornadas con oro y escalinatas que llegan hasta el agua. En la plaza principal, San Marcos, se encuentra la basílica dedicada al santo, un campanario y el palacio Ducal. Durante el día llegan miles de palomas que caminan y vuelan con total tranquilidad entre los turistas de todas partes del mundo.
Como Venecia es un tesoro de la humanidad la gente está muy preocupada porque, al estar construida sobre suelo muy blando, cada año se hunde un poco más. Hoy hay muchas empresas benefactoras que están trabajando para detener el hundimiento.
En esa bellísima y elegante ciudad nació en carnaval, en el año 1662. Al principio era solo una fiesta para la gente rica, aristocrática, que participaba de los juegos, diversos espectáculos y fuegos artificiales; más adelante se extendió a toda la sociedad. Las personas se cubrían el rostro con unas máscaras muy adornadas llamadas "la banta". Actualmente la fiesta dura varios días y es la mayor animación cultural y turística organizada en torno al tema de la máscara que es lo más importante del carnaval.
Cuando nació, la gente no se disfrazaba con poca ropa y muchas plumas como se usa ahora en Corrientes y Entre Ríos de Argentina o en Brasil. La vestimenta era muy elaborada, ostentosa y creativa, al igual que las máscaras. Los trajes se confeccionaban con telas de seda, oro, plata y se adornaban con encajes. Los enormes palacios lucían arañas de cristal, pinturas al fresco en paredes y cielorrasos, además de espejos y cuadros. Allí se organizaban bailes lujosos con orquestas en vivo.
Durante la noche, entre dormido, imaginé que me encontraba en uno de esos palacios vestido como un príncipe. Había muchísima gente con máscaras bellas y extrañas. Me llamó la atención la que llevaba un hombre todo vestido de negro; usaba el pelo atado atrás con una cinta también negra. Su máscara era aterradora, negra, con los bordes de las aberturas de los ojos pintadas de blanco fosforescente; tenía además una nariz larga y ganchuda. Unos dibujos como cuchilladas decoraban la frente y las mejillas. El hombre comenzó a perseguirme, yo trataba de pasar desapercibido entre los bailarines que hacían reverencias al compás de la música. Cada vez que miraba para atrás veía sus ojos, a través de los huecos de la máscara, fijos en mi. Poco a poco los personajes se fueron diluyendo. Desaparecieron como fantasmas. Hasta el hombre negro se esfumó.
A la mañana siguiente estaba seguro de que todo había sido solo un sueño. Después del desayuno le pedí a mamá unos cartones, cartulinas, tijeras, pegamento y pinturitas para fabricarme una máscara para asustar a mis amigos.

LA OLA DE CALOR CUENTO INFANTIL

Hace bastante tiempo, en un pequeño pueblo rodeado por montañas se encontraba el castillo del Rey Mandamas. Dentro del palacio había una gran conmoción, todos estaban alterados y corrían de acá para allá porque hacía varios días que no podían soportar el calor. Tenían las ventanas abiertas, tomaban jugo de naranja y usaban ropa de verano, pero aún así no aguantaban más el intenso calor.
La princesa se quejaba con la reina y la reina le insistía al rey para que encuentre una solución al problema.
- Querido esposo rey mío, tenés que hacer algo.
- Ya lo se, esposa reina mía, pero no es tan fácil, ese dragón gigante que vive en las montañas no deja de tirar ráfagas de fuego sobre el reino.
- ¿Y qué haremos ahora? - se angustió la reina.
- He mandado llamar al hechicero para encomendarle una misión que termine con este calor - contestó el rey.
- ¡Ah! Querido esposo rey mío, que bueno que pienses en todo, esperemos que el hechicero venga pronto o este calor va a derretir el castillo.
Mientras sus altezas reales conversaban en uno de los salones del palacio, el paje real anunció la llegada del joven hechicero.
- Ya era hora que llegaras, hechicero. Tengo que encomendarte una misión especial para acabar con este calor que nos está torturando.
- Pero, ¿qué debo hacer su majestad? - preguntó el hechicero.
- Debes expulsar al dragón de las montañas para que no nos cocine con sus llamas.
Cuando oyó esto el hechicero pensó que hubiera preferido que mandaran a un valiente caballero para enfrentar a la terrible fiera que no dejaba de escupir fuego sobre el reino.
Mientras el mago preparaba sus cosas para el viaje, pensaba de qué manera echaría a la bestia de las proximidades del reino y repasaba su libro de hechizos sin poder encontrar una solución. Cuando estaba ocupado leyendo, la princesa golpeó a su puerta para dar las gracias por lo que iba a hacer y además le entregó un anillo como amuleto. El mago agradeció y partió para enfrentar al dragón.
Luego de una larga marcha, llegó a la cima de la montaña donde se encontraba el fiero animal. Pese a la altura, el calor era intenso porque las llamas no paraban de salir de la boca de la bestia.
El hechicero estaba paralizado por el miedo, el dragón se dio vuelta, lo miró por un instante y el joven no tuvo mejor idea que saludarlo agitando la varita mágica. Automáticamente el mago se hizo enorme, tan grande como el dragón, que se sorprendió al punto de quedar azul de la impresión.
Al darse cuenta de la reacción el mago apuntó con la varita y al dragón se le dibujó una sonrisa. Con una suave voz agradeció la presencia al hechicero porque con el susto le había cortado el hipo. El mago le explicó que con el fuego estaba provocando mucho malestar en el pueblo y le pidió que tratase de evitarlo. Luego de eso se despidió para irse pero el dragón no se lo permitió, porque además del hipo, tenía un enorme orzuelo en el ojo derecho, que le provocaba mucho dolor.
Sin saber que hacer y con la amenaza de que la fiera se enojara, el mago agitó su varita y probó con las palabras "Sin Salabín". De repente el dragón se hizo pequeño. El hechicero se sorprendió. Volvió a agitar la varita usando el clásico "Abracadabra" y él recobró su tamaño normal.
El dragón estaba rojo de furia y el hechicero no estaba en ventaja. Miraba pensativo la varita cuando descubrió el anillo de la princesa. Se lo frotó en el ojo al dragón y ¡shazám!. El orzuelo desapareció y antes que el dragón recordara que estaba bastante más chiquito de lo debido, regresó al reino donde fue recibido como un héroe.

El Zorro y el Quirquincho CUENTO INFANTIL

Una vendedora de empanadas pasaba todos los días por un camino llevando en la cabeza una canasta con empanadas, como lo hacen siempre esas vendedoras.
Cierto día pasó apurada y golpeó a un quirquincho, que es un animalito que cruza los caminos. Sin quererlo, lo golpeo con el pie. Entonces el quirquincho se hizo el muerto. Y la señora dijo:
- Bueno, ya que está muerto, a este quirquincho me lo voy a comer.
Lo levantó y lo puso en la canasta. Pero este quirquincho, se había hecho el muerto, porque vio todas esas empanadas tan ricas. Entonces aprovechó y empezó a comer algunas y a otras las tiró por el camino. La señora, que no sintió el movimiento del quirquincho, por llevar la canasta en la cabeza, no sabía lo que este estaba haciendo. Cuando pasó por abajo de un árbol, el quirquincho se agarró con las patitas de las ramas y se quedó ahí colgado.
Entonces, al llegar a su casa la señora descubrió que no estaba más el quirquincho y que se había comido un montón de empanadas.
El quirquincho bajó del árbol y se fue a comer las empanadas. En eso llegó su compadre, el zorro. Y le dijo:
- ¿Qué haces?
Este le contó que estaba comiendo una deliciosa comida, gracias a su ingenio, pues se había hecho el muerto. Entusiasmado, el zorro pensó en hacer lo mismo, porque la vendedora de empanadas regresaba todos los días al pueblo por ese mismo lugar, con su canasta repleta de empanadas.
Al otro día, la señora pasó con su mercadería recién horneada y el zorro, al verla, también se hizo el muerto. Entonces la vendedora, que le tenía antipatía a los zorros, porque opinaba que era falsos...le dio una tremenda paliza.
¡Y así termina nuestro cuento, con el pobre zorro, que se quedó con las ganas de probar esas empanadas tan sabrosas

EL AUTO QUE LE GUSTABA EL AGUA CUENTO INFANTIL

n un pequeño pueblito de la costa había un autito color azul llamado Tutú.
A Tutú le encantaba el agua y cuando estaba estacionado frente a la casa de su dueño siempre tenía la mirada puesta en el cielo. Buscaba esas nubes gordas y negras que avisaban que iba a llover.
Un día, las nubes comenzaron a hablar entre ellas y se pusieron de acuerdo para que llueva un rato. Tutú se puso muy contento y puso a funcionar el limpia parabrisas. La lluvia caía y Tutú decidió dar un paseo por la ciudad, recorrió distintas callecitas y llegó a la plaza, donde saludo a los árboles que también estaban contentos porque el agua los hace crecer y estar bien.
Mientras paseaba Tutú se distrajo mirando como se bañaban unos pajaritos y se chocó con un cartel, lastimándose la trompa. Cuando el dueño lo encontró se preocupó mucho y lo llevó al mecánico, este lo curó y lo retó diciéndole que siempre, pero siempre tiene que estar muy atento cuando maneja.

LOS OSOS CUENTO INFANTIL

 En medio de ese pequeño bosque se encontraba un claro con un gran pino azul en el centro, donde el Oso Tomás jugaba todas las tardes. Después de comer, Tomás le pedía permiso a su mamá para ir a jugar con sus amigos osos. Cuando estaban todos comenzaban a jugar a la mancha osos, hacían cinchadas y se trepaban a los árboles, pero lo que más les gustaba era jugar a las escondidas.
- Yo cuento! Gritó Pablo, el más pequeño de los osos café
Todos corrieron apurados a esconderse. Pablo contó hasta 20 y volvió a levantar la voz.
- 18, 19 y 20, salgoooo.
Uno por uno fueron apareciendo, descubiertos por el astuto osito, pero Tomás, corrió y corrió sigiloso sin que Pablo lo viese y haciendo postas en los árboles y arbustos que tenía en el camino llegó al pino azul, pudiendo ganar el juego.
Día tras día los juegos se repetían mientras la primavera pasaba.
La sorpresa más grande ocurrió cuando se reunieron para jugar y descubrieron que faltaban muchos de los árboles del bosque. Con curiosidad y mucho sigilo los ositos fueron recorriendo el camino que dejaban los árboles ausentes. ¿Qué habrá pasado?, se preguntaban hasta que después de mucho caminar encontraron una construcción con muchos camiones y herramientas alrededor.
Los ositos preocupados regresaron para contarle lo que había sucedido a sus padres, que se asustaron y los retaron por no haberles avisado antes.
Los osos le contaron a sus hijitos que los hombres utilizan los árboles para las cosas más diversas y por eso talan bosques enteros cada día y que esí ponía en peligro a su hogar. Tratando de buscar una solución, fueron a ver al guardaparques, que era un hombre bueno y preocupado por la naturaleza.
Apenas llegaron, comentaron lo sucedido y luego de muchas explicaciones, idas y vueltas, el guardaparque pudo convencer a los hombres que talaban los árboles de la importancia de ese bosque para los osos y como entre todos debían volver a reforestar.
Los pequeños árboles que plantaron tardaron años en crecer y los hijitos de Tomás y los demás ositos pudieron disfrutarlos jugando a su juego preferido. Jugando a las escondidas.

LA VIDA ES BELLA TERCERA PARTE

La vida solo es una y te preguntas,
porque me da la espalda?
la vida no tiene espalda, ni tiene frente,
la vida la dirige uno donde la tiene,
que si el amor no te corresponde,
y si es lo mejor para vos el no ser correspondido,
y si te equivocaste al escoger el amor o a la vida,
pero que hacer si uno no la escoge,
la vida y el amor son dos camiones que te atropellan
y sin saber donde caeras tenes que aprender a levantarte
para vivirla mejor y amar con mas pasion
pero haciendolo en la mejor direccion
para que esta vez el camion que te atropelle
no te bote tan fuerte.
La vida te enseña como enfrentarla,
la vida te enseña como amarla,
la vida te mata pero te enseña a manejarla.
El amor te impacta,
el amor te controla,
pero el amor no te mata ni te enseña a manejarla.
Que hacer cuando estos dos me impactan?
Me subo al camion y aprendo a manejarla!

LA VIDA ES BELLA SEGUNDA PARTE

Vivi cada momento que estas en este mundo, que es lindo estar aca aunque haya veces que pensamos que es algo inmundo, pero no derroches mas tiempo y disfruta cada segundo, cada minuto que estas
con las personas que amas, no es un drama, solo tenes que ponerte en positivo, que la vida tiene sentido, aunque hubo veces que yo sontia que por vivir no tenia un p*** motivo, que me preguntaba para que m***** estoy vivo? pero segui nose como como pude, caminando muchas calles anduve, por momento mal por otros bien estuve, pero en fin si sentis que todo es una mierda, las esperanzas no pierdas, que si seguis luchando conseguiras todo lo que quieras, pero por el momento si no estas en tus dias, tarde o temprano encontraras la salida,por que despues de un dia nublado,gris tormentoso,viene un dia esplendoroso; con un sol radiante, y si no encontras nada por que vivir mira el cielo y el de algun modo te dira que sigas adelante.

LA VIDA ES BELLA PRIMERA PARTE

La vida es como un examen en el que puedes aprobar o suspender, la vida es dolorosa y rencorosa, puedes ser feliz si consigues superarlo y dejar el pasado malo atras. Seguir siempre para delante y nunca pararte, siempre escuchar y juntarte con la gente que no solo te apoya si no que tambien te quiere. Esas personas solo las puedes encontrar en el fondo del dolor y aunque esten tristes siempre tienen una sonrisa en su corazon.